El gran baile de marzo se ha terminado oficialmente. Las Gamecocks de South Carolina conseguían el primer título de baloncesto femenino tras imponerse por 67-55 a las Bulldogs de Mississippi State. Por su parte, mediante un sufrido triunfo por 71-65 frente a los Gonzaga Bulldogs, el legendario entrenador Roy Williams guió a los North Carolina Tar Heels a su sexto entorchado nacional, solamente por detrás de los ocho de Kentucky y los 11 de UCLA.
En esta nueva entrada del blog de VT Sports queríamos resaltar varios datos que han salido a la palestra en los últimos días. La magnitud del baloncesto universitario en Estados Unidos no conoce límites.
Salarios de los entrenadores, por las nubes
Días antes de la Final Four, ESPN publicó un reportaje en el que se demuestra el músculo económico de las universidades americanas. Según datos extraídos de USA Today, en 39 de los 50 estados de EE.UU., un entrenador universitario de fútbol americano o baloncesto es el empleado público mejor pagado.
Así, en Michigan, el antiguo quarterback Jim Harbaugh se embolsó 9 millones de dólares como entrenador jefe de los Wolverines. En Kentucky, John Calipari, probablemente el mejor reclutador en el panorama baloncestístico estadounidense, le cuesta a los Wildcats la friolera de 7,1 millones al año. Mientras tanto, los gobernadores de dichos estados, Rick Snyder y Matt Bevin, “solo” ganaron $159.300 y $140.070 respectivamente.
El siguiente es un dato demoledor. Abróchense los cinturones.
Si nos ceñimos a la Final Four, los salarios base de Dana Altman (Oregon), Roy Williams (North Carolina) y Frank Martin (South Carolina) suman $7,2 millones. Por su parte, los 50 gobernadores «únicamente» se embolsaron $6,9 millones. Y eso sin contar los emolumentos de Mark Few, ya que Gonzaga es una universidad privada, aunque se estima que ascienden a $1,3 millones sin contar con bonificaciones.
Precisamente del preparador de los Zags se ha escrito mucho últimamente. En 1988 aceptó un puesto en el cuerpo técnico a cambio de $500 y alojamiento gratis en la habitación de invitados del también asistente Dan Monson. Según cuenta el periodista de ESPN Darren Rovell, en sus incios, Few tenía un presupuesto de 200 dólares para una gira de reclutamiento de un mes, durante la que dormía en su coche.
En 1999, tras llevar a Gonzaga al primer Elite 8 (cuartos de final) de su historia, Monson aceptó tomar las riendas de la Universidad de Minnesota, cuya oferta de $400.000 cuadruplicaba su salario anual en Spokane. Su amigo y sustituto, Few, ha conseguido elevar a la pequeña universidad jesuita a niveles insospechados hace dos décadas. Ahora el presupuesto anual del equipo asciende a $7,3 millones, tan solo un 15% menos que sus verdugos en la finalísima de Glendale (Arizona).
¿Y los jugadores?
Como recordaba el periodista de la Associated Press Tim Reynolds, con la consecución de un nuevo título nacional, Roy Williams se aseguró un bonus de casi un millón de dólares en su contrato. Asimismo, los jugadores que metieron las canastas, ¿qué ganaron? Mientras la NCAA y UNC ganan ingentes cantidades de dinero a su costa, los integrantes de la plantilla de los Tar Heels se tienen que conformar con camisetas y gorras conmemorativas.
¿Es justo? El actual escolta de los Clippers de Los Ángeles, otrora estrella de Duke University, J.J. Redick, publicó un tuit en el que abogaba por el fin del amateurismo instaurado en la NCAA. Según el Jugador del Año 2005/06, las becas deportivas son insuficientes en las disciplinas que generan tanto beneficio como baloncesto o football. En la misma línea se expresó la ex-estrella de los Wisconsin Badgers, Frank Kamisnky, actual ala pívot de los Charlotte Hornets en la NBA.
Un debate muy jugoso que no tiene pinta de resolverse en un futuro próximo.
Texto: Pablo Mosquera