En la entrada de esta semana del blog VT Sports vamos a hablar especialmente de una universidad que pelea cada año por el título nacional de tenis, una cota que esperamos puedan alcanzar en un futuro nuestros jugadores con beca deportiva.
El pasado lunes Thai-Son Kwiatkowski (Virginia) venció a William Blumberg (Carolina del Norte) por 6-4 7-6 para cerrar una extraordinaria carrera universitaria con el título individual de la NCAA. Fue un triunfo con sabor a venganza para Kwiatkowski, que había caído derrotado en sets corridos ante el freshman Blumberg en hasta dos ocasiones en el último mes. Concretamente, en las semifinales de la Atlantic Coast Conference y la finalísima de la NCAA. A pesar de esos deslices, el fondo de armario permitió a los Cavaliers llevarse ambos envites.
El dato curioso de esta final es que enfrentaba a dos tenistas que, a pesar de ser los mejor clasificados de sus equipos según la clasificación ITA, no figuraban como números uno en las alineaciones de sus respectivos entrenadores, Brian Boland (UVA) y Sam Paul (UNC). ¿Cómo es posible esto? El precedente más cercano, según el gurú del tenis universitario Bobby Knight, data de la final de 2009 entre Devin Britton (Ole Miss) y Steven Moneke (Ohio State).
Al contrario que en los interclubs a los que estamos acostumbrados en España, no hay ninguna regla que obligue a los entrenadores universitarios a respetar estrictamente el ranking. Sin embargo, la regla I.F.3 de la ITA dice que “los jugadores han de ser ordenados según sus habilidades.”
En el caso de los Tar Heels, se puede decir que el nivel del No. 16 Blumberg y el No. 22 Ronnie Schneider es parejo. Además, este último era senior, jugador de último año. En esta situación, la gran mayoría de los preparadores optan por respetar la jerarquía del tenista más veterano. Al fin y al cabo, Blumberg aún dispone de hasta tres años adicionales para ser el líder del equipo.
Por su parte, Boland, recientemente fichado como nuevo director del área de desarrollo de la federación de tenis estadounidense [USTA], tenía que lidiar con una patata caliente cada vez que le tocaba cubrir una alineación. La plantilla rebosaba calidad del 1 al 6. De hecho, incluso Henrik Wiersholm y JC Aragone, los dos tenistas que frecuentaban la parte baja de la formación, obtienen una nota de 15 en la escala del popular Universal Tennis Rating, la misma que por ejemplo el actual número 35 de ranking ATP Viktor Troicki. Este dúo casi invencible en dichas posiciones (50 victorias y 5 derrotas entre los dos) fue clave en la temporada triunfal de los Cavaliers.
Como número cuatro acabó jugando el junior Collin Altamirano, que empezó la campaña rankeado No. 19 del país. En el último Futures que disputó se plantó en la final venciendo, entre otros, a Mackenzie McDonald, el doble campeón NCAA 2016 y beneficiario de la beca Oracle, por 6-3 6-1. Ahí es nada. A nadie sorprende que terminase el año con 13 victorias en línea.
En la tercera posición jugó el novato sueco Carl Soderlund, quien el pasado 8 de mayo aparecía como 387 de la clasificación ATP, el mejor registro de la plantilla de largo. Hace menos de un año le ganó al ex top 50 Dani Gimeno.
El anteriormente mencionado Kwiatkowski jugó la fase decisiva del año como número dos. Tres veces All American, perenne Top 15 durante sus últimos tres años tanto en individual como dobles, habiendo llegado al número uno como sophomore. En la actual campaña: 26-2 en dobles y 24-5 en individual. Toda una institución en Charlottesville.
Sin embargo, Boland apostó por Alexandre Ritschard como su cabeza de cartel. El suizo, rankeado No. 91 según la ITA, recibió el premio al senior más mejorado del año. ¿Merecedor del número uno de Virginia? Esto ya es más discutible. Cabe resaltar que llegó a jugar hasta de seis este año, único en la plantilla en actuar en todas las posiciones. Que solamente consiguiese dos triunfos en sus últimos seis encuentros es un síntoma de que podría estar jugando demasiado arriba en la alineación. No obstante, Ritschard destrozó a Schneider por 6-1 6-3 en la final de la NCAA por equipos.
El suizo es un jugador con un juego más alegre que Kwiatkowski. Más irregular, pero posiblemente se adapte mejor al circuito ATP en cuanto limite errores. El día que Ritschard está enchufado es complicado de parar. Boland se la jugó a la carta del potencial, una arriesgada apuesta que terminó siendo validada el día D a la hora H.
Como curiosidad, en este enlace se pueden encontrar casos en los que entrenadores acusan formalmente de alineación indebida a sus rivales. En algunos casos, como este, el comité confirma la infracción, llegando a modificar el resultado de la eliminatoria en cuestión.
Texto: Pablo Mosquera