Casi tres meses atrás os explicamos brevemente que el fútbol americano es la gallina de los huevos de oro para una universidad americana. En NCAA División I, se conceden 85 becas deportivas únicamente para la plantilla de football. Puede parecer una barbaridad, pero los retornos sobre esa inversión son enormes.
La secuencia funciona así: si un equipo gana muchos partidos, rozando o ganando campeonatos, atraerá a mejores deportistas en el futuro. Si se mantiene esa dinámica positiva, las cadenas de televisión pagarán ingentes sumas de dinero por los derechos de retransmisión. Dichas cantidades permitirán a la universidad construir mejores instalaciones, proporcionarle a sus equipos mejores condiciones de viaje y hospedaje, etc.
El baloncesto no se queda muy atrás. De hecho, CBS/Turner Sports firmaron un acuerdo con la NCAA para retransmitir únicamente el torneo nacional, también conocido como La Locura de Marzo, a cambio de $8.800.000.000,00 (ocho mil ochocientos millones de dólares) entre los años 2024 y 2032.
Ahora vamos a centrarnos en un caso concreto, dado que acaban de salir unas cifras muy interesantes sobre las repercusiones positivas de una temporada triunfal en lo baloncestístico.
Se trata de los Gonzaga Bulldogs, que hace apenas mes y medio cedieron en la finalísima ante los todopoderosos Tar Heels de Carolina del Norte. Hace apenas 20 años, Gonzaga era una pequeña institución privada perdida en medio de la nada, atosigada por problemas económicos que incluso llevaron a sus dirigentes plantearse si merecía la pena pertenecer a la División I de la NCAA.
De repente, algo hizo clic. En 1999, los Zags milagrosamente alcanzaron los cuartos de final en el torneo nacional. Tras ese bautismo en la élite, los de Spokane nunca han faltado a su cita con el baile de marzo. Y justo un año en el que no se tenían grandes expectativas, boom, acariciaron el cetro nacional.
Unos días atrás, el Spokesman-Review, un diario local del este del estado de Washington, reveló que la exposición mediática de Gonzaga por motivo de esos seis partidos de baloncesto alcanzaba la nada desdeñable cifra de 406 millones de dólares.
Esta publicidad “gratis” tiene un valor incalculable para la entidad. Las oficinas de admisión han recibido interés por parte de 10.000 potenciales alumnos más que el año pasado a estas alturas.
“El equipo de baloncesto nos ayuda a atraer a los mejores y más brillantes alumnos. Adicionalmente, beneficia a nuestra recaudación de fondos,” dice Peter Tormey, portavoz de GU.
Por otra parte, las páginas web de Gonzaga recibieron un tráfico de dos millones de visitas durante el torneo de baloncesto, un cuarto de la circulación anual habitual. 350.000 de esos clics llegaron el día de la gran final. Una absoluta barbaridad.
“Haremos todo lo posible para aprovechar esta exposición mediática con el objetivo de ser una universidad saneada, proporcionar becas y traer estudiantes sobresalientes a Spokane,” dijo Dave Sonntag, el adjunto al vicepresidente de marketing y comunicaciones de Gonzaga.
Enésimo ejemplo de que en Estados Unidos, el deporte y la universidad no solo van de la mano, sino que en muchas ocasiones la propia institución se nutre de los beneficios proporcionados por el departamento deportivo.
Texto: Pablo Mosquera